DISCLAIMER: No he visto la película original aún, aquella dirigida por Jang Joon-hwan llamada Save the Green Planet (2003), por ende, la crítica acá expuesta parte desde un lugar de desconocimiento de la obra coreana, y las reflexiones acá presentadas están solamente basadas en Bugonia, de Yorgos Lanthimos, estrenada este 2025 en Cannes.
Para dar un pequeño resumen, Bugonia es una cinta en la que dos estadounidenses, totalmente aislados de la sociedad, deciden secuestrar a una CEO de una empresa muy importante en su país con la excusa de creer que es una extraterrestre. A su vez, funciona como remake de la película surcoreana Save the Green Planet!
Lanthimos se acerca a esta historia desde una forma cinematográfica muy similar a sus obras previas. Desde un realismo visual, crea situaciones extremadamente particulares en donde junta personajes ya peculiares por naturaleza. Esta combinación de aspectos da como resultado películas en las que los espectadores se ven involucrados en atmósferas tan incómodas como cercanas. Y eso es precisamente lo que sucede en Bugonia, con un diferencial de gran importancia: la violencia – y su desembocadura – global.

No es la primera vez que el director griego trata la violencia como eje argumental y estilístico en sus obras, pues él ha estado detrás de películas como El sacrificio del ciervo sagrado (2017) y Canino (2009). Sin embargo, el acercamiento a la violencia globalizada que se presenta en Bugonia y el punto de vista desde el cual el cineasta se enuncia parece ser tremendamente misántropo y cruel.
Podemos afirmar que la violencia ha estado presente en el cine – y más que todo en el estadounidense – casi desde los inicios de su historia. Desde la violencia como contenido argumental, pasando por la violencia estilizada como carácter imprescindible como en las películas de Quentin Tarantino, hasta la violencia como parte inamovible del contexto socioeconómico, como en Cidade de Deus (2002), de Fernando Meirelles; o La vendedora de rosas (1998), de Víctor Gaviria. Pero todos estos directores parecían tener algo en común en sus representaciones y es que suscitaban reflexiones sobre la violencia y el uso de la misma en sus películas. Reflexiones que en esta ocasión parecen ser ignoradas completamente por Lanthimos, pues en Bugonia la representación de la misma se convierte en algo banal e injustificada.
Se entiende que, en algunas películas, las miradas neutras – o aparentemente neutras – funcionan para revelar una sociedad llena de rupturas en su estructura y sus individuos. Por ejemplo, en Elephant (2003), de Gus Van Sant, la mirada sobre la violencia y la masacre de la escuela en Columbine, está siendo lo más neutra posible para evitar una (sobre)dramatización o para mostrar la tragedia desde un punto de vista no sensacionalista. Sin embargo, en las escenas previas al tiroteo, se puede evidenciar una profunda fractura en la sociedad estadounidense y en su idea de familia. En Bugonia, la violencia y la masacre están presentes sin llevar a ningún tipo de consideración, lo que inmediatamente nos hace preguntar: ¿estamos de verdad tan desensibilizados ante la violencia?

La crueldad – cinematográfica o no – contra la raza humana no debería tener ningún tipo de justificación, y la mirada neutra que esta vez ofrece el director griego termina siendo tan peligrosa como cualquier incitación a la violencia misma. Además, la obra ni siquiera se toma el tiempo de plantarse ante esto y mostrar algún tipo de resistencia, sino que prefiere poner a la muerte como la solución perfecta al problema – y por ende a todos los problemas.
En un mundo donde para el 2024 (año en el cual se filmó la película), 23,842 habitantes de Palestina habían sido asesinados por las fuerzas armadas de Israel1 y en donde las presidencias de distintos países se han alineado a un discurso que pone la violencia por encima de todo, es inevitable preguntarse: ¿de verdad se necesita una película violenta en los tiempos actuales? ¿qué es lo que oculta el gesto de mostrar la muerte de la raza humana y por qué hacerlo? Lo peligroso de estas preguntas no reside en las posibles respuestas que puedan tener, sino en que haya una obra cinematográfica que obligue a formularlas.
En una sociedad tan cambiante, donde la violencia está a la orden del día y donde los muertos en todo el mundo cada vez son más, Bugonia es una cinta tan fría como la mirada con la que esta vez trabaja Lanthimos, quien, desde su enfermiza indiferencia, termina por ofrecer una obra cuya brutalidad es supremamente innecesaria para el ser humano y en donde el tratamiento de la muerte parece ser nada más que un deseo de los grandes poderes políticos de momento.
1. Información sacada de: https://www.aljazeera.com/news/2024/12/31/gazas-2024-a-year-of-war-and-misery