“Existe una tendencia creciente a equiparar el acto de ver una película con una experiencia casi sagrada, equiparable a una oración. Las películas se convierten en virus que penetran en nuestro cuerpo” Nathaniel Dorsky

En este contexto, surge Aura Impronta, un festival cinematográfico que emerge en Loja con la firme intención de brindar un espacio vital al cine contemporáneo y de no ficción en esta ciudad. En su edición cero, el festival busca capturar la esencia del aura, esa autenticidad y singularidad que rodea a una obra de arte, así como la impronta, esa huella indeleble que deja en su reproducción. Sin embargo, más allá de la mera reproducción, el objetivo es que el aura resida en el espectador. Este espíritu envuelve las películas cuidadosamente seleccionadas por José Augusto Suing para este festival. En esta revisión, exploraremos algunas de las destacadas producciones ecuatorianas presentadas en esta proyección inaugural, comenzando con la obra de Belén Alvarado. «Por si me pierdo y crepito en polvo«

En el telar del tiempo, donde los hilos se entrelazan como recuerdos tejidos, se desarrolla «Por si me pierdo y crepito en polvo» Belén Alvarado (2023), una poesía visual que nos envuelve en un viaje por la memoria.
Recuerdo las historias de mi abuela, quien solía contarme que nuestros pasos se convierten en ecos que vagan por los lugares que alguna vez habitamos, y volvemos a recoger cada huella como si fueran pedazos de un tesoro olvidado. Esta película parece ser precisamente eso: un peregrinaje del alma, que parece emular ese afán por recoger la memoria de una familia, una memoria que impregna cada rincón de esta casa, desde las esquinas, muebles olvidados, hasta las fugaces entradas de luz que luchan por ser parte de esos recuerdos.
Nos enfrentamos a la espera, un desafío en estos tiempos que nos empujan a la prisa, haciéndonos olvidar lo que dejamos atrás y lo frágil que puede ser todo eso. La espera se convierte en un acto de resistencia.
¿Cómo se destruyen los recuerdos? ¿Qué parte del concreto se aferra a ellos? ¿A dónde van las risas y los llantos una vez que dejamos atrás los espacios que los contuvieron?

Las ilustraciones que separan los capítulos que asemejan a los trazos de nuestra infancia, donde no solo los humanos se desvanecen, alguna vez en esa casa trinó un pájaro, se tejieron sueños, se armaron planes. Este recorrido entre imágenes de archivo y espacios vacíos se divide en cuatro capítulos que no siguen una línea temporal lineal, sino que se enroscan como un recuerdo. (los recuerdos nunca son lineales)

En esta película, no hay ausencia; los protagonistas permanecen siempre presentes, sus memorias impresas en las paredes. El montaje nos guía, mientras que el sonido nos invita a abrir las puertas de nuestras propias memorias.
Las puertas que marcan puntos importantes en la película, siempre una invitación hacia dentro en nuestro imaginario, cobran especial relevancia en el segundo capítulo, donde nos adentramos por medio de ella, tanto en los recuerdos de la directora como en los nuestros, empujados por el viento hacia lo más profundo de nuestra mente.
En este juego de espejos, donde el pasado y el presente se reflejan el uno en el otro, la película nos desafía a cuestionar quién tiene el poder de definir qué recuerdos son dignos de ser recordados y cuáles se escurren en la oscuridad. En este sentido, «Por si me pierdo y crepito en polvo» se convierte en un acto de resistencia contra el olvido.

Sin embargo, el tercer capítulo trae consigo la destrucción, tanto física como emocional, arrasando con nuestros recuerdos, miedos, alegrías y tristezas. Una vez más, una puerta en el cuarto capitulo, nos invita a cerrar lo que se abrió, dejándonos atrapados en el recuerdo. ¿Cómo podemos reconstruir lo que una vez fue, cuando el pasado se desmorona ante nuestros ojos y el futuro parece tan incierto como siempre?.
Belén nos lleva a confrontar la fragilidad de nuestros recuerdos y la resistencia contra el olvido, recordándonos que, incluso cuando el pasado se desmorona ante nuestros ojos, la memoria sigue siendo una guía en la noche eterna del tiempo.
Amarantine