Los acentos conforman parte de nuestra identidad cultural. En ellos podemos identificar ubicaciones geográficas, culturas o, incluso, clases sociales, pero ¿qué ocurre cuando la forma de hablar la determinan aspectos fisonómicos y no el lugar de origen? El tamaño de la lengua, la posición de la dentadura o el frenillo lingual pueden alterar la pronunciación de las palabras, como sucede con el rotacismo, que es una condición que dificulta la pronunciación de la letra “R”. Ricardo Rúales Eguiguren dirige Rotacismo, un íntimo autorretrato documental que surge de la imposibilidad de pronunciar su nombre, y así también, el de su padre. Entre estos silencios, Rúales guarda confesiones pendientes.
Nuestra identidad también se compone por nuestros progenitores, heredamos su ADN, otorgándonos sus rasgos físicos o condiciones médicas, y más allá de la genética, es imposible negar la influencia que tienen sobre los hijos para imponer una postura ideológica o un estilo de vida. Este documental explora la compleja relación de Ricardo con su padre, con quien no solo comparte su nombre, sino también el rotacismo y el síndrome de Treacher Collins, es decir, poseen el mismo acento y apariencia. Ricardo es el reflejo en moción de su progenitor, sin embargo, se le dificulta aceptar las características que heredó de su padre. Desde muy pequeño se somete a cirugías y hace terapia de lenguaje para poder disimularlas. El silencio provocado por el miedo a hablar, gesta en Ricardo un caleidoscopio de cuestionamientos con respecto a su padre quien, a diferencia de él, no siente complejos por su hablar o su apariencia, eclipsándose con alguien con quien comparte un gran parecido. En ese proceso cargado de miedo y confusión, su identidad se difumina.
Ricardo emprende sus estudios a Europa, alejándose por primera vez de su familia. En otro lugar del mundo, por primera vez, Ricardo comparte relaciones con hombres, algo inconcebible para la religiosidad de su madre o la tradicionalidad de su padre. No solo ocurre un choque cultural, sino también, un choque de identidades: la persona que él era en casa, ante sus padres y ante las leyes de dios no es la misma persona que era en el extranjero ante los desconocidos; Algo se fragmentó y no volverá a su lugar. Las millas de distancia le permiten vivir la vida que no puede libremente en su hogar, dándole paso a lo que se conoce como tener una “doble vida”, haciendo rotar su personalidad e intereses, protegiéndose así del prejuicio ajeno, pero sobre todo, del familiar. Su identidad se reprime y se fragmenta.

Al igual que la identidad de Ricardo, la fotografía también se fragmenta, usando diferentes formatos de video, grabados en digital y en fílmico, mostrando pedazos dispares de su infancia, adolescencia y adultez, conectando su identidad deseada con su identidad impuesta. Pareciera un intento de simular la memoria que se rompe rápidamente, y cuyos trozos deben ser unidos de manera forzada para conformar un relato distante. Los recuerdos se convierten en esbozos que se desdibujan con el trascurso del tiempo, no se mantienen nítidos y no son recreados con precisión; se presentan como texturas, archivo e imágenes intervenidas.
Rotacismo de Ricardo Rúales Eguiguren, trata de manera sensible las complejidades de la identidad, ya sea social, cultural, sexual o religiosa, y cómo estas condicionan quiénes somos en nuestros contextos, y cómo nuestra identidad va rotando de acuerdo con los lugares y personas. Además, el documental nos invita a inmiscuirnos en los pensamientos más profundos del autor, y logra retratar su proceso de redescubrimiento desde el cine y la reflexión, que son utilizados como un vehículo para trazar las realidades que ya han sido impuestas.