EL CINE INFINITO: El valor para hablar

Escrito por Sebastián Molina

José Ricardo Ruales Eguiguren nos introduce al rotacismo, una dificultad del habla que le impide pronunciar correctamente la letra erre, lo que le impide pronunciar su propio nombre y que lo ha obligado a callar, tanto ante sí mismo como ante los otros. Su voz.

Así, en este mundo de silencios y conversaciones nunca resueltas, Ruales toma valor e introduce una cámara en todos esos espacios mudos de su vida: su intimidad, su identidad y su familia, enfrentándose a lo no dicho.

Rotacismo convierte los silencios en oportunidades para hablar y para hacer cine. A través de la experimentación con distintos formatos: digital, VHS, animación y fotografías; José Ricardo Ruales busca un modo de expresión fílmica. La dificultad de pronunciar se expande hasta la imagen. De modo que lo visual y la voz se convierten en herramientas de búsqueda que dialogan entre sí, produciendo un retrato más complejo del autor. Así, el silencio, la pausa y las limitaciones para comunicarse se exponen como parte del proceso para encontrar, además de una voz cinematográfica, una voz identitaria.

Un plano fijo de casi tres minutos de silencio entre José Ricardo y su padre revela la magnitud de lo no pronunciado. Las palabras parecen flotar en el aire, suspendidas, sin que ninguno de los dos se atreva a bajarlas hasta la mesa.

fragmento_documental_rotacismo

¿Cómo hacer un documental en un mundo programado de esa manera? ¿Cómo hacer cine en un mundo que se resiste a hablar? ¿Cómo enfrentarse a aquellas conversaciones familiares incómodas y, además, ponerles una cámara en frente? Al preguntarle exactamente eso durante el foro de la proyección de la película en Guayaquil, en el marco de los EDOC24, José Ricardo me respondió que, sin duda, hubo muchísimo miedo durante el proceso. Pero, al margen de eso, su respuesta no me dio ninguna técnica para ponerle nombre a lo que asusta, enfrentar la inseguridad o algún manual para explicarle a una madre que se es gay.

Y es que la búsqueda de la voz es algo que no puede enseñarse. Quizás requiere algo tan simple, y tan aterrador, como tomar valor para mostrarse vulnerable. Hacer cine es precisamente eso: incluso en donde más nos resistimos a hablar, necesitamos mostrarnos vulnerables. Qué sencillo sería todo si hablar con el otro no estuviese impedido por excusas, ansiedades y miedos. La película no entrega fórmulas para enfrentarlos, ni guías para decir lo indecible. En cambio, ofrece la certeza de que el cine puede ser un refugio y, al mismo tiempo, una herida abierta. En Rotacismo, la voz no se encuentra en la fonética, sino en la decisión de mostrarse. Y en esa valentía, el silencio puede ser compartido.