Gabriel : Quisiera comenzar hablando sobre el lenguaje, por la cercanía que había con el lenguaje en la película. Hace poco leí a un autor llamado Adam Kovacsics, que decía que la salvación de la lengua es el silencio o la poesía, entiéndase la poesía por el arte en general. ¿Qué te hizo querer acercarte en esta película a esa salvación de la lengua, a hablar del lenguaje como tal?
Tania: Si te fijas en mis tres películas, hay una reflexión que gira en torno al lenguaje. Me atrevería a decir que esa es mi obsesión como cineasta y como guionista. Me obsesiona la palabra y el poder que tiene, el poder transformador que esta puede tener y el poder que existe en aprender a nombrar las cosas de otra manera, a relatarlas de otra manera. El poder emancipador que existe en la apropiación del lenguaje para sacar la voz propia y disputar el relato sobre la vida, la muerte, lo que supone estar en el mundo, ser mujer, ser niña, ser humana. En esta película en particular siento que hay un acumulado de esas reflexiones. En ese sentido, es mi película más radical, en términos de una apuesta por una narrativa donde el eje de la historia sea la palabra hablada, la palabra dicha, la palabra escrita, la palabra cantada, la palabra dada. Entonces, como toda película, como toda escritura, de algún modo es como una planta. Cuando una trata de pensar cuál fue la semilla una vez que la planta ha crecido, es difícil encontrarla. Y es que, si bien la semilla puede ser la idea inicial, que en este caso son las islas Galápagos, no podía ser en otro lado: una adolescente atravesando una crisis, y un padre biólogo experto en conservación de tortugas. A partir de esta semilla, la plantita empieza a nutrirse de aquello que hay alrededor. En ese sentido, esta película ha sido para mí una experiencia muy clara en términos de hasta qué punto escribir es siempre dialogar con otros textos. Es decir, la escritura es siempre una conexión con otras obras, otros textos, otros autores, otras voces; es como una planta que empieza a echar raíces para nutrirse de lo que encuentra, de lo que viene y se va incorporando. En esta película, si te fijas, hay una cita al libro de Darwin, y la estructura de siete días es una cita al libro del Génesis. Luego, el personaje de Harriet evoca a Sherezade, la mujer que sobrevive contando historias. También está el poema de Efraín Jara Hidrovo, está una cita de García Márquez, una a la obra de Esperando a Godot, otra del mito de Sísifo de Camus, otra al mito de Ícaro. Hay citas en todas partes. Es una película radical en el sentido de la escritura al citar otros textos como parte de su drama.

Gabriel: Mencionaste que no podías imaginar grabar esta película en otro lado que no fueran las islas. Y siento que el archipiélago es un espacio muy rico, muy potencial. En una charla que diste en el Mz14 de la Universidad de las Artes, justo habías dicho que la película tenía como capas para poder entenderse, pero pienso que en realidad es como justamente un archipiélago, con varios espacios por ir que a la final chocan con las mismas aguas. Quería saber ¿por qué la idea de grabar en las islas y por qué no en otro lado?
Tania: Hay varias llegadas a esas islas. Una tiene que ver con un largo acumulado desde que yo era adolescente, desde que visité por primera vez las islas y leí un libro de Manuel J. Cobos, leí a Alicia Yánez Cossío, leí Floreana de Margret Wittmer. A mí los libros me han nutrido mucho, mi visión del mundo está alimentada por ellos. Entonces lo que yo he sentido y que me he dado cuenta más adelante, es que las islas han sido vistas como paraíso natural, como paisaje paradisíaco o como objeto de estudio científico; pero en una visita que hice a las islas, en Isabela, tuve un momento en el que las islas se me presentaron de otra forma: como personajes de una película de ficción. A esto me refiero con ese estallido de sentidos que tiene un lugar, una persona o una imagen cuando se resiste a ser leída de un solo modo y exige formar parte de un relato donde sus sentidos se expandan.Hace poco alguien me preguntaba, «¿cómo escogiste las Galápagos?», y yo contestaba «tengo la sensación de que ellas me escogieron». En las islas hay un dicho que es «te agarró la isla» y siento que Isabela me agarró, y no me soltó hasta que yo filmase una película ahí.Y aquí viene un detalle muy importante para aquellos que quieren escribir, y es que una de las cosas que me llamó la atención fue que como visitante de las islas, tendemos a creer que las islas no tienen historia, que son un paisaje maravilloso, único, pero sin historia, sin especies humanas en las islas. Ahí empecé a sentir la necesidad de contar las historias de las islas, y sabiendo que las historias son tantas y que no caben en una película, igual sentí la necesidad de narrarlas. Incluso cuando empecé a escribir el guión pensaba en escribir la historia del duelo de una niña, pero igual en la escritura salieron esas historias, entonces Harriet, que es como la memoria de las islas, es quien cuenta las historias, la historia de Floreana, la historia del ingenio azucarero, la historia de la llegada de Tomás de Berlanga. En lo que Harriet cuenta está mezclado desde crónicas históricas hasta historias contadas en libros como Floreana o Dora. Entonces ahí cuando veo el guión escrito veo que finalmente se está contando la historia de las islas de otra manera, ya no informativa o documental sino como parte de unos dramas humanos que le han dado consistencia a ese universo humano complejo y trágico, y que la niña recibe como parte del aprendizaje de que narrar salva la vida, de que tener voz propia salva la vida.

Gabriel: Cuando veía a Isla caminando por la isla pensé en la figura de Benjamin, el flâneur, como una recolectora de historias de la isla. Fue interesante pensarla así porque mientras Isla caminaba llegaban más historias.
Tania: Esa lectura me encanta. Está muy bella esa figura. Yo veía lo benjaminiano en mi guión en la cuestión de citar, pero lo del flâneur está muy lindo.
Gabriel: Quería saber también si, como directora de cine, podrías dar una especie de recomendación para los futuros cuentistas cinematográficos, teniendo presente esta idea de la película sobre la ficción para la sanación.
Tania: Sí, se ha repetido la idea de que la película propone la ficción para la salvación, pero yo lo pondría con un matiz distinto, lo pondría como una estrategia de sobrevivencia, porque la sanación podría sonar a autoayuda y esto tiene que ver más con la sobrevivencia. En ese sentido, cuando estudiaba cine, estábamos en una generación que se ponía en una disputa contra el relato, contra la obligatoriedad de que el cine cuente historias. Era un momento en el que reivindicamos que el cine era un lenguaje en sí mismo y que su proceso de creación no tenía que girar en torno a una historia. Yo me reivindico en esa postura porque todos los textos de guión proponen una trama donde un héroe tiene un propósito y todo está supeditado a cierta línea de tiempo y espacio.
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