Infancia y resiliencia: Un sueño llamado Lila

Escrito por Tábata Argüello
Publicado el 26 de noviembre de 2024

“¿Cuántas pulseras tengo que vender para ir a la universidad?”
– Lila

Lila, una niña de 11 años, vive en una comunidad de Mozambique. La acompañan su madre y sus hermanos en una casa de ladrillos, sin servicios básicos donde la presencia del amor contrasta con la escasez de recursos materiales. Su sueño de convertirse en doctora es el centro de la narración de la historia de Lila (2022) corto documental de 26 minutos en el cual la directora Ana Bárbara Iglesias da un espacio a una realidad donde la resiliencia es clave incluso en la adversidad que la atraviesa. 

En una sociedad patriarcal y machista, su madre sostiene a su familia con el fruto de sus labores diarias en el campo. Mientras tanto Lila, apenas una niña, asume el rol de cuidado y protección de su casa, que hacen que ella madure con premura. Esto potencia el cuestionamiento: ¿cómo es que esa sonrisa tan pura resiste a la sociedad diseñada para quebrar su infancia?

Lila, documental dirigido por Ana Bárbara Iglesias

A lo largo del cortometraje, se enuncian frases que fortalecen estereotipos de género: “esto debería hacerlo un hombre”.  Sin embargo, estas afirmaciones se contrastan con las imágenes de Lila afrontando y asumiendo estas tareas de una manera impresionante, desafiando a estos imaginarios estructurales. Lila es consciente de la situación que atraviesa a su familia y en esto encuentra su impulso para continuar viviendo con fuerza y resiliencia para cada día acercarse más a su sueño.

“Jesús ten piedad porque pecamos” canta Lila y su madre al unísono mientras lavan los platos de su almuerzo. En varias ocasiones, la niña mira de reojo a su madre y la mimetiza con felicidad, ambas con sonrisas idénticas. A su vez, su madre, al hablar de ella y de sus aspiraciones lo hace con orgullo. Este elemento resalta a través de varias escenas, el vínculo tan estrecho que tiene con su madre, quien, a pesar de sus limitaciones socioeconómicas, hace todo por sus hijos. Con el reconocimiento propio de que la crianza es difícil, a través de risas, cánticos y cariños, la madre de Lila demuestra emotivamente su apoyo incondicional hacia ella. Un sentimiento que trasciende las pantallas y abraza a todxs quienes hemos sido hijxs y madres. 

Lila es un documental que no necesita de encuadres y recursos estéticos complejos para transmitir su mensaje. Encuentra su soporte en escenas cotidianas, con entrevistas y diálogos espontáneos y observacionales en los cuales la personalidad de la niña roba el protagonismo. Dentro de estos diálogos, se resalta la importancia que Lila y su familia le otorga a su educación: “Ella lo va a conseguir, va a ser doctora” menciona un familiar mientras conversan sobre Lila. Reconociendo que, bajo su contexto cultural y social, educarse no es fácil ni accesible. Lila se encuentra constantemente preocupada por sus calificaciones en la escuela, recordando que debe aprovechar la oportunidad de tener una educación gratuita.  Su sueño de ser doctora responde no solo a una aspiración personal, sino a un anhelo de cuidado colectivo. En un entorno que hace casi imposible esta realidad, este anhelo, particularmente transgresor, es lo que impulsa a esta niña a estudiar, a no fallar y a dirigir todas sus fuerzas a lograrlo.

En un mundo ideal, las maternidades son apoyadas y las niñas son niñas, libres de cargar con cometidos que no les pertenecen, libres para soñar y para construir(se) futuros y escenarios donde los derechos, la igualdad, el respeto y el amor, no son negociables ni están fuera de alcance. La infancia suele asociarse con juegos, comida caliente, dulces y amor familiar. Pienso en tantas cosas que han sido instauradas en mi imaginario desde una visión romantizada de la vida y concluyo: esa es la importancia del cine documental y de esta producción, evidenciar las distintas realidades que existen, pero han sido invisibilizadas y relegadas por narrativas que descansan en la comodidad de una distancia irreal.

Nota: Este cortometraje fue seleccionado como parte de la programación oficial del Festival Equis, un espacio que celebra el cine comprometido con perspectivas de género y resistencia en el cine contemporáneo.