‘’Sinchi Sinchi Warmi’’

Escrito por Katherine Cueva

Blanca Aules Ulcuango, Hilda Ushiña Farinango, Sara Tandayamo Toapanta, Monica Tandayamo Andrango, Karen Quilumbaquin Tandamayo.

2024, Ecuador, 4min

‘’Si abriéramos a la gente, encontraríamos paisajes’’ — Agnes Varda

Evocando la magnificencia del páramo, desde sus montañas cubiertas con la espesa niebla que las rodea, propia de las gélidas temperaturas, hasta la paja que pulula y baila con el impetuoso rugir del viento – así empieza Sinchi Sinchi Warmi. A manera de poema cinematográfico el filme nos traslada a descubrir la fuerza que esconde el páramo. Cinco mujeres entre susurros evocan la presencia de Mama Dulu (Dolores Caguango), quien como la paja del páramo persiste en la memoria colectiva ecuatoriana, y más aún en la de la comunidad indígena. Ella ilumina con su legado generaciones enteras dispuestas a reivindicar y conservar su fortaleza como mujeres de montaña.

Blanca, Hilda, Sara, Mónica y Karen; mujeres del pueblo Kayambi, nos muestran como su fortaleza radica entre la impetuosidad del páramo. Son combatientes ante la inclemencia del sol y del frío, pero sobre todo de la injusticia, aquella que las compromete con el cuidado de la madre tierra, del páramo y el agua, fuentes vitales que surgen desde las montañas altas del páramo andino. Páramo en el que un día nacieron y en el que aún habitan. Estas cinco mujeres son conscientes de cómo el relato de sus perspectivas significa ser una mujer fuerte, en kichwa, Sinchi Warmikuna. Esa mujer que protege y cuida a su comunidad y naturaleza como un ente esencial, demostrando de esta manera el cómo la cultura indígena, sobre todo el rol de la mujer Kayambi es indisoluble para el cuidado del medio ambiente, el páramo y la madre tierra.

El uso evocador de la geografía en cada fotograma —las montañas imponentes, el páramo árido y los paisajes desérticos— no solo construye el entorno, sino que se convierte en un personaje más, cuyo impacto sobre las protagonistas es palpable. Cada plano, cuidadosamente compuesto, funciona como una postal visual que logra inmortalizar la grandiosidad del paisaje, pero que también captura la espiritualidad esencial de las mujeres Kayambi. A través del lente de la cámara, cada una de ellas se convierte en el centro de una danza visual que armoniza con el entorno que las rodea. Los planos cerrados, en su precisión, capturan sus emociones en detalles sublimes: la mirada intensa, los gestos mínimos, los silencios que hablan más que cualquier palabra pero que en compañía del rugir del paramo dejan expreso el sentir de cada una de las protagonistas.

La cámara como un sutil observador sigue y comparte detenidamente con ellas la experiencia de enraizarse en ese territorio. Al igual que las montañas que las rodean, las mujeres se convierten en seres de fuerte presencia, en un equilibrio que, mediante la musicalización, la yuxtaposición sonora del espacio y el dialogo expreso de las protagonistas transforman en un espejo la fuerza interior de las mujeres, convirtiendo cada fotograma en un espacio de resistencia y protección donde ellas se encuentran, se cuidan y se defienden mutuamente. El páramo no es solo un telón de fondo, sino un espacio simbólico que interpelan, en el que su existencia cobra sentido, y se entrelazan la fuerza de la naturaleza y la sensibilidad de las protagonistas.

 La voz femenina en el filme transmite al espectador la experiencia y el sentimiento que cada protagonista tiene con respecto a su identidad como mujeres Kayambi. Las voces femeninas, se vinculan a la resistencia de las Sinchi Warmikuna ante las adversidades, defendiendo sus tradiciones, su identidad cultural y su posición frente a las presiones externas. Es la mirada o interpretación que proviene de contextos ajenos a la comunidad, a menudo influenciada por estructuras de poder coloniales, patriarcales o globalizadas, que intentan imponer normas o valores extranjeros. En este contexto, las voces de las mujeres no solo resisten, sino que reafirman un espacio autónomo de resistencia y afirmación cultural frente a las expectativas y demandas de fuera. Es el compromiso y la continuidad de su filosofía ante la cotidianeidad de la vida lo que las mantiene cuidando a la tierra tanto como a su Ayllu. La idea de la fuerza no solo radica en su resistencia, si no en su armonía junto con el páramo y la vida misma.

El filme se erige como una clara resistencia política y social, en la que las mujeres no solo representan un ámbito cultural y cotidiano, sino también político. A través de un tratamiento visual y narrativo cuidadosamente diseñado, el dispositivo cinematográfico logra consolidar esta resistencia, destacando la relevancia del feminismo indígena como protagonista de la lucha contra la colonización. Personajes como Dolores Caguango (Mama Dulu) se convierten en símbolos de una identidad histórica profunda, cuya resistencia se articula tanto en el plano personal como colectivo. Son estas mujeres guardianas de un legado cultural y social ancestral, la resistencia a la presión y oposición de una rebeldía indomable que como la paja del paramo resisten a las ráfagas del viento, mostrando a través del lente como su lucha es un acto de siembra y resistencia que trasciende, se replica y da frutos al mundo entero.