“Estudiar un espacio, reconocer un espacio, reconstruir un espacio”
Una sombra oscilante de la artista visual, fotógrafa y cineasta Celeste Rojas Mugica se presentó el pasado 09 de agosto en el marco de la sexta edición del Mimesis Documentary Festival en Boulder, Colorado. Tuvo su estreno en el país norteamericano luego de un largo recorrido en el calendario de festivales entre 2024 y 2025 teniendo entre ellos el FID Marseille (Francia), donde obtuvo la mención especial del jurado en la competencia “Ópera prima”, y otros festivales más como FICValdivia (Chile), ZINEBI (España) y FIDOCS (Chile).

Este documental nos presenta una exploración al archivo fotográfico de su padre, un ex militante de izquierda quién se exilió durante once años en Ecuador durante la dictadura militar chilena. Esta exploración es presentada ante nosotros como una conversación entre Celeste y su padre donde él cuenta de manera casi cronológica cómo desde la militancia se adentra en la fotografía, lo que daría fruto al rico archivo de imágenes de sus días como parte del ejército y posterior viaje de exilio.
Las lecturas fotográficas del archivo dan cuenta de los espacios habitados por su padre, las miradas compartidas y los paisajes observados siendo siempre íntimos y políticos a la par. Esto, acompañado de los juegos íntimos en el cuarto oscuro y de los recuerdos del padre, permite a los espectadores entrar en la propuesta de la cineasta: “estudiar un espacio, reconocer un espacio, reconstruir un espacio”, mostrando las diferentes capas del diálogo padre-hija.
El material expuesto por el padre nos presenta un espacio físico y simbólico de memoria, como una herramienta creativa y crítica para reinterpretar el pasado y reconstruir nuevas narrativas. Los espacios en el archivo son también reconstruidos por Celeste, filmados con el mismo encuadre con el que su padre los fotografió en un pasado, exponiendo las casi nulas diferencias de habitar los espacios para el pueblo chileno en esta franja temporal de casi cuarenta años.
Catherine Russell en su libro Archiveology: Walter Benjamin and Archival Film Practices (2018) revisita la noción de “documento” desde una perspectiva benjaminiana: un fragmento deviene documento cuando se extrae de su contexto original, generando densidad, sorpresa (“la inocencia del documento le da cobertura”), y fuerza disruptiva. En la película, el diálogo entre padre e hija se construye en torno a lo que las fotos muestran y lo que silencian. Rojas Mugica destaca que “las imágenes más relevantes… no existen” porque fueron eliminadas por seguridad, como declaró en una entrevista para Radio UChile. Así, el fragmento físico se convierte en puente hacia lo imaginado, generando un espacio documental que activa nuestra imaginación sobre lo ausente: lo que no fue fotografiado —ecos de memoria, fantasmas invisibles. Estas imágenes son documentos no porque narran explícitamente, sino porque sugieren un universo que se mueve entre lo presente y lo ausente.

En la película, los silencios son tan elocuentes como las palabras o las imágenes. El silencio se convierte en un “fragmento sonoro” que no remite a lo que suena, sino a lo que falta. En las pausas entre relatos o revelados, el oído se abre a lo no dicho, a los espacios en blanco de la historia. El diseño sonoro del filme fue realizado por Julián Galay quién también realizó el diseño para Río Turbio (2020) y Todo documento de civilización (2024) de Tatiana Mazú.
El chasquido del papel fotográfico, el agua corriendo en la cubeta, el roce del negativo… Estos sonidos no solo ilustran un proceso, sino que son huellas de un trabajo artesanal que rescata lo material del archivo. Son texturas acústicas que, como las manchas o la luz en las fotos, recuerdan que la memoria se construye sobre soportes frágiles y manipulables. En lugar de un diseño sonoro continuo, el film usa fragmentos acústicos: voces en off aisladas, ruidos ambientales desligados de la imagen presente, ecos que no siempre corresponden al espacio mostrado. Esto refleja la idea de Russell de “apropiar y recontextualizar”; en este caso no solo con imágenes, sino con sonidos.
Una sombra oscilante invita a los espectadores a reconstruir los espacios habitados por medio de un juego aparentemente inocente, pero que guarda en este muchas capas de intimidad familiar y una reminiscencia política nacida de un acto de resistencia: guardar memorias de la resistencia militar durante la dictadura chilena. Esta obra presentada en el contexto de la sexta edición del festival de cine documental en Boulder – Colorado da cuenta de la universalidad de la imágen y la memoria.
Mimesis Documentary Festival, año con año, se presenta como un espacio de proyección alternativa para el cine documental latinoamericano. Este año presentó Una sombra oscilante, así como otras obras que también son ya familiares para la cinefilia ecuatoriana; entre ellos: Abajo y a la izquierda (2025) de Martín Baus, Hojita de tamarindo (2023) de Christian Obando y FLOWERS (2024) José Cardoso.